Los que seguís mi blog habitualmente sabéis que soy una amante de lo tradicional; que adoro los sabores de siempre; que sueño con tener un huertecillo y un redil con animalitos; que a veces me imagino con mi cesto en la mano, feliz, dando saltitos entre mis gallinas ponedoras, mis cabritillos y mi huerto ecológico (podéis reíros un poquito, pero no demasiado). Adoro, además, pararme a pensar en los sabores de mi infancia; supongo que porque todos ellos están vinculados a recuerdos maravillosos y felices de mi niñez y de las personas que formaron parte de ella. Y si hay un sabor que me lleve directamente al pasado es el de los calostros de cabra. El calostro es la primera leche que da la cabra recién parida. Aunque su apariencia inicial es la de leche común, al hervirla se obra el milagro: es entonces cuando se separa el suero del cuajo, dando lugar a una especie de requesón, granulado y delicioso. Encontrarlo en la actualidad es una misión casi imposible. En primer lugar debes tener cabras (cosa dificil si vives en una ciudad). Además, debes esperara el momento justo en el que la cabra haya parido y ordeñar su leche antes de que el choto se enganche a la ubre de la madre. Supongo que por esa razón, lo que antes era muy común hoy se ha convertido en un manjar al que es muy dificil acceder. Yo hacía años, muchos años, que no disfrutaba de ellos pero hace unos días mi buen amigo Andrés Rabal me regaló una botella llena de ellos. Sé que, tal vez, esta publicación no sea de gran utilidad pues el ingrediente principal es, como ya os he dicho, muy dificil de encontrar, pero me hacía mucha ilusión tener esta receta en mi blog. El tazón de la foto lo heredé de mi abuela y siendo niña (al igual que hace unos días) desayuné en muchas ocasiones calostros en él. Espero que os guste.
Ingredientes:
Un litro de leche de cabra recién parida (calostro)
Una corteza de limón.
Una rama de canela.
Azúcar.
Canela molida.
Elaboración:
Ponemos a hervir en una olla la leche junto a la corteza de limón y la canela. Mantenemos al fuego sin dejar de remover hasta que la leche cuaje y se formen los grumos.
Antes de servir espolvoreamos con azúcar y canela molida al gusto.